Cataplàusia son probablemente la banda más salvaje que ha producido la naturaleza mediterránea a lo largo de los últimos años. Salvaje por naturaleza y mediterránea porque recupera nada menos que la herencia de las mejores décadas barcelonesas, para diluirla encima de una paleta en la que el grano negro aparece entre la aguja blanca de Japan y l’esgarip de Neu!
Como una erupción inesperada, esta es la continuación del legado dejado por la música laietana, Sisa y Pau Riba al margen del rock catalán establecido. Un arrebato inconsciente que, con una venda en los ojos, puede conducir a los bajos fondos, los beats menos evidentes de Fela Kuti, a la electricidad sinuosa de unos Zzebra … Y es que esto, más que una combinación necia entre psicodelia, jazz, hard rock muy serio o folk nigeriano, no es más que la expresión del hilarante sentido musical de Josep Martí (también a Sonio). El humor y el desprecio en el que está dispuesto a hundir todas y cada una de las canciones si así consigue que la realidad lata a su gusto y sin considerar cuáles pueden ser los resultados, porque precisamente de eso se trataba …
Automatismos psíquicos, alguna transfiguración, historias imposibles y poemas musicales con la fuerza suficiente como para que sólo una escucha valga más que mil palabras. Un autohomenaje que va más allá de la simple irreverencia. Un artista al que poco le importan los accesorios estéticos. Mira el pasado desde un evidente antirevivalisme activo; es más, acaba siendo más hijo de su tiempo que la mayoría, gracias al reconocimiento de unas influencias X que no duda en contraponer como políticas más que musicales.